Es totalmente negativo ser indiferente al dolor, al sufrimiento humano. Pero si, además de esta postura tan poco ética, le sumamos posicionarse al lado de las personas llenas de envidia, insensibilidad, cínicas, malévolas, con odio en sus conciencias... Defendemos, protegemos a seres partícipes por desgracia también de nuestra cotidianidad, y eso es tremendamente inhumano.
La indiferencia es un error tan grave que iguala y hace cómplice a la persona que comete el daño. La indiferencia es lo opuesto a la solidaridad, a la comprensión, a la empatía, es lo opuesto a los principios de justicia. Es lo opuesto a lo que implica la palabra amor en todas sus dimensiones, clave existencial para ser feliz. La indiferencia camina de la mano de la insensibilidad y el egoísmo. Es un acto y grave de cobardía, es ser cómplice del verdugo y maltratador de la víctima.
Elena Sáiz Sepúlveda
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