lunes, 14 de febrero de 2011

Presentación de 'Sombras de un Amanecer' en Madrid: Juan Manuel Lucas Cuesta

Buenas tardes.

Es para mí un enorme placer presentar el libro "Sombras de un Amanecer", escrito por la poetisa conquense Elena Saiz Sepúlveda. Quizá "placer" sea un término incompleto. Mucho me temo que se trata también de una gran responsabilidad.

No es sencillo presentar, comentar, prologar una obra como la que Elena nos trae hoy. El primer motivo radica en que resulta difícil, por no decir imposible, tratar de separar el contenido de la misma, de las experiencias vitales del autor. Un libro tan hondo, tan denso, tan lleno de sentimientos que parece, efectivamente, escrito "con la tinta de su alma", como ella misma afirma en sus páginas. De igual manera, y una vez se ha alcanzado la cifra de tres poemarios publicados, uno de ellos contando con una segunda edición, se hace inevitable (y en sí mismo, peligroso) tratar de establecer una relación con la obra anterior del poeta, ya sea de paralelismo, ya sea de evolución.

Pero no sería justo comenzar a hablar de la obra sin antes conocer a la persona. En especial cuando se trata de un poemario como el que traemos aquí, en el que la línea entre verso y experiencia vital es tan tenue que los mil y un sentimientos de Elena desbordan, página a página, este libro. Permítanme, por tanto, una pequeña presentación de esta gran poeta.

Elena nació en el pueblo donde resultó herido otro gran poeta castellano, llamado Jorge Manrique. Tal vez el destino quisiera elegir como su cuna un lugar semejante, anticipando las virtudes que más tarde demostraría. Tras dar sus primeros pasos en Castillo de Garcimuñoz, dio el salto a la capital conquense, de donde partió rumbo a otras costas, quizá buscándose a sí misma, o buscando esa chispa que le hiciera bordar, que no escribir, sus primeros versos. Así, Londres y Roma verán nacer esa inquietud poética, esa necesidad desgarrada de gritar al viento todas las emociones que estallan en sus venas, y que acaban siendo confiadas a las fieles manos de la pluma y el papel.

Mi primer contacto con Elena tuvo lugar cuando yo mismo daba mis primeros y titubeantes pasos en el mundo de la poesía. Un anuncio en el instituto donde en aquel entonces cursaba mis estudios nos llamó la atención a varios adolescentes. Alguien, una mujer llamada Elena, deseaba organizar una asociación que divulgase la poesía en nuestra ciudad. Desde entonces no he dejado de bendecir el día que llamé a su teléfono a ciegas. En fin, después de confiarnos nuestras inquietudes artísticas, un proyecto fue tomando forma en nuestros corazones, proyecto que no tardó en dar el salto a la realidad: la fundación de la Asociación Literaria Zumaque, de la que tuvimos el honor de ser presidente y secretaria, y que todavía hoy sigue activa.

En aquellos tempranos años, Elena ya contaba con su primer poemario publicado, "Los Horizontes de mis Noches." Desde un primer momento, me sorprendió la hondura emotiva con que Elena impregnaba cada uno de sus poemas. Así, verso a verso, me fui asomando por esa ventanita del alma de un gran ser humano. Alguien capaz de plasmar en sus obras todo el sentimiento que le embarga, y que en ocasiones le ahoga. Tanta es esa necesidad de exclamar semejante vendaval de sentimientos, que su grito alcanza las estrellas en el poema "Quiero vivir", verdadera declaración de intenciones de lo que habrían de ser sus años mozos, poéticamente hablando.

"Los Horizontes de mis Noches" es un libro complejo. No por la profusión de figuras literarias o retóricas, de las que Elena suele huir. El libro posee la complejidad de volcar en cada poema un anhelo, un deseo, un sentimiento. Es un libro tan complejo, en definitiva, como puede serlo una persona. Escrito desde el corazón, con el corazón y para el corazón, no esconde ni se avergüenza de ningún sentimiento, ya sea luminoso, como cuando grita al ser amado:

Eres la luz de mi vida
Eres la tierna noche de mis sueños

... Ya sea la nostalgia ante la lejanía del hogar:

Tierra de hambre sin sed
De viejos muros golpeados
Tú que me viste nacer
Y que ahora por mi lejanía
No te puedo ver, quisiera
Que también fueras tú la
Tierra que me acogiera

pero el leitmotiv del libro, amén del amor, es el miedo. Miedo a esa soledad necesaria, al desamor, a uno mismo incluso. Y más aún, miedo al mismo miedo:

Ayer olvidé por un momento que tenía miedo y me puse
A temblar

Si quieres amarme, ama mi miedo

Pero atención, Elena no cae en el pánico ni en la desesperación. En ese miedo, en la soledad, en su mismo corazón, encuentra la fuerza y el deseo de salir de su propia prisión, de su oscura torre de marfil. Y sabe que volverá a amanecer, y ese amanecer le traerá una nueva sonrisa:

La vida necesita, necesita de tus versos

Esa necesidad de versos se vio confirmada cuatro años después de su debut, con la publicación de "Charco en el Mar", su segundo libro. Enseguida se advierte en éste una importante evolución. Por un lado, el verso tiende a acortarse, aumentando como contrapartida su densidad lírica. Por otro lado, esos miedos de que Elena hablara en su primer libro, dan paso a una obra en la que el protagonista indiscutible es el amor. Así, asistimos a un caudal imparable de emociones, desde esa noche de amor presentido:

Noche de amor
¡Lo encuentro en la distancia!
Noche efímera
Llega el alba

... Y pasando por esa primera visión del ser amado,
Llegaste a mí con las manos desnudas
Y abierto el corazón

... Hasta la declaración de todo lo que el corazón está gritando continuamente:

Te amo como el pecado a su infierno
Te amo como la añoranza a su recuerdo

Te quiero, te quiero en la duda
Te quiero en lo cierto
Te quiero, te quiero viviendo
Te quiero muriendo

... Para terminar con la dolorosa separación del ser amado:

Me dejó como un vagabundo
Sin abrigo que encontró
Su camino
Como una fuente de agua fresca
Donde nadie bebió de ella

La poeta parece resignada a su suerte y lamenta su pérdida hasta la última página del libro, dejando traslucir ese pesar:

Todo fue una ilusión
Que se perdió
En aquella esquina

Nada más lejos de la realidad. No se trata de un libro pesimista. Antes bien, Elena muestra en sus versos ese aprendizaje al que la vida le destinaba. Y día tras día, verso tras verso, aprendió a amar, llorar, olvidar, reír. En una palabra, a vivir. Y sobre todo, a vivir en libertad.

Esa búsqueda de libertad y armonía es la que guía su tercera obra, “Sombras de un amanecer”. Una armonía completa, con ella misma, con la naturaleza, con la humanidad, que ella misma pregona en cada uno de sus versos:

Mi victoria personal la he ganado,
He vencido cientos de guerras
Que mi alma llevaba,
Alcanzando la paz del momento, la armonía, el equilibrio.

Una armonía y un equilibrio que no se pierden ni ante la remembranza del ser amado, y de los días junto a él:

Pero la noche despertó
Y descubrimos que nuestros ojos
Miraban horizontes diferentes.

Elena ha descubierto ese amanecer que siempre sucederá incluso a la más oscura de las noches, y ante esa certeza, no queda más que optimismo, incluso en la más dolorosa de las separaciones. Por eso nos dice:

Quédate con tu otoño
Yo me quedaré buscando
Una nueva primavera.

Miro ese río,
Mis esperanzas se bañan en él
Sin importarles el frío de sus aguas

Hoy te escribo a ti,
Que eres la vida que da vida
A estas manos
Ahora tan llenas de esperanza.

Esperanza, ilusión, optimismo. Por encima de todo, ganas de vivir, de sentir la vida acariciándote en cada rincón, a cada paso. Sentimientos de Elena, pero también de cada uno de nosotros. Por eso, al leer este poemario, no podremos evitar sentirnos como ella se sintió al escribirlo. Porque Elena tiene la virtud de sentir y vivir la poesía de lo cotidiano y, lo que es casi más importante, de hacérsela vivir a aquellos que nos acercamos a su obra.

Me gustaría concluir esta presentación con una paráfrasis. Walt Whitman dijo de sus "Hojas de Hierba" que aquello no era un libro, sino un hombre. Con Elena se da esa misma dicotomía por partida doble: sus libros no son tales, sino fragmentos de su vida. De igual manera, ella misma, su vida entera, es un libro de poemas, algunos de los cuales nos trae aquí esta tarde.

De todo corazón, espero que disfruten de esta obra nacida de ese rincón profundo y fecundo del alma de Elena.

Muchas gracias.

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